PEPA, LA LORITA CATURRA

Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 15 de febrero de 2017    
Después de compartir gratamente y degustar un café espresso en el plan, me dirigí , alrededor de la una de la tarde, a comprar las mejores flautas de Valparaíso, según me había aseverado hace algún tiempo atrás don Segundo Tello , un porteño de tomo y lomo, de esos que conocen las mejores “picadas” del Puerto.
Como ya era hora de almorzar y estando al lado, fui hasta el Restaurant “Los Tíos”, un pintoresco local  donde el tema central de su ornamentación es el Club Santiago Wanderers, un auténtico local porteño.  Una especie de pequeño  museo lleno de chucherías, con volantines, posters, banderines, fotografías, figuras de distinto tamaño, insignias, souvenir, etc., que se encuentran esparcidos por todos los rincones del local. caturra llamada Pepa “parlotea” alegremente con los comensales, mientras es regaloneada por los dueños del local.
En un sector podemos visualizar incluso una imagen en bronce del Presidente Balmaceda, “custodiada” por dos figuras wanderinas. Y,  sobre el mesón, una lorita



  Me pude enterar que la lorita Pepa - es hembra me aseguran - desde hace ya 5 años es una residente  permanente del local. Con un ala quebrada cayó en el balcón del departamento de una hija en Playa Ancha, me contaron los dueños, y se la llevaron al local en dónde la cuidaron con  mucho cariño y esmero. Hoy es la regalona, junto a la gata “Rusa”, quien era residente varios años antes que la “Pepa” y convive con ella como si fueran “hermanas”, me comentan. Y es efectivo, ya que mientras Pepa permanece en su sitio, Rusa, la gata, se dedica a comer pellets en las vecindades, sin dar importancia a la presencia de la lorita. “Apenas traje a la lorita se la presenté a la gata y le dije es tu hermana y tienes que cuidarla. Y así ha sido. Los animales son muy inteligentes”, me dicen.
Mientras almuerzo una rica cazuela de vacuno, converso con un cliente habitual de una mesa vecina, quien me confirma todo lo que me han contado, comentándome que él conoce a Pepa desde hace tres años e incluso “la he visto comer junto con la gata”. 
Mientras el dueño o administrador del local, que además hace de garzón, va y vuelve a la cocina en busca de otros platos, al pasar junto al mesón “conversa” animadamente con la lorita Pepa, le hace cariño, la regalonea e incluso  tengo la ocasión de observar, con gran sorpresa, como tiernamente la besa y la lorita le corresponde. Entre estos ir y venir veo que se acerca a revisa un pequeño vasito ubicado junto a la Pepa, con un líquido color obscuro que elimina en el lavaplatos, pues está sucio comenta.  Nuevamente para mi sorpresa,  observo que rellena el vasito con un líquido que resulta ser coca-cola, ya que es eso lo que “toma la Pepa, y además le gusta con hielo”, me dice el caballero, mientras coloca unos pequeños trozos de hielo en el vasito, se lo acerca al piquito de Pepa y esta bebe pequeños sorbitos, realizando  alegres trinos entre uno y otro sorbo.

Contento de haber conocido un rinconcito típico porteño, de esos verdaderos, alejados de los artificiales circuitos turísticos, me retiro a casa, para degustar durante las onces una rica flauta de textura dorada y crujiente que, con mucha razón, me recomendó don Segundo Tello como las mejores que hacen en Valparaíso. “Buen Gusto” se llama la Panadería por si acaso y está ubicada en calle Las Heras. Y el restaurant “Los Tíos” queda al lado, en la callejuela Chiloé.







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